Hace un par de meses, dos de nuestros amigos Karün y destacados escaladores nacionales, Diego Señoret y Sebastián Rojas, junto a Nicolás Gutiérrez y Diego Sáez se propusieron conquistar las Trango Towers, una elevada cumbre más de 6.286 metros sobre el nivel del mar.
Con meses de planificación, estudio y preparación tanto mental como física, emprendieron rumbo hacia Pakistán para que unas semanas después lograran alcanzar la cima y convertirse en los primeros chilenos en realizar con éxito el ascenso a las Trango Towers.
A continuación podrás leer lo que fue el diario y bitácora de viaje de este motivado aguerrido grupo de amigos, movidos por una sola pasión: la escalada.
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Bitácora de viaje Pakistán: reporte Eternal Flame
Por: Diego Señoret
Hace muchos años que los miembros de este grupo se están dedicando al ascenso de grandes paredes de granito como una real adicción. Nicolás Gutiérrez, Sebastián Rojas y Diego Señoret tienen un amplio repertorio de grandes paredes escaladas, teniendo como su gran escuela el Cajón del Maipo, el Valle de Cochamó y la inigualable Patagonia. Una de las grandes razones de esto ha sido el fanatismo por subir metros y metros de escalada para conseguir una cumbre y la vital energía que se encuentra en estos inhóspitos lugares de la tierra. Es una razón y una motivación de vida, algo que da sentido a la existencia, una conexión más allá de lo tangible.
Fotos por Diego Señoret.
Esta vez, junto a Diego Sáez, recurso humano fundamental en esta expedición, decidimos cumplir el anhelado sueño de la Torre del Trango (6.286 msnm). Esta Torre se cruzó en nuestro camino hace muchos años en distintos momentos y de distintas maneras, pero sin duda que a su debido tiempo y en cada uno de nosotros produjo un compromiso que algún día tendría que llegar a cumplirse.
Al llegar a campo base, la impresión de esta torre fue muy grande para todos: lo que habíamos escuchado por años estaba frente a nuestros ojos. Sin dudas, el primer obstáculo era el cruce del gran canalón que hay que atravesar durante horas para llegar a la base de la pared. Con el correr de la expedición, nos dimos cuenta de los peligros de este tramo: constantes caídas de seracs y piedras por los deshielos sumado a la nieve acumulada. Esto nos intimidó mucho y el equipo nos dejó en claro que cada vez que se cruzara este tramo habría que tener mucha suerte, estar encomendados, hacer todos los cálculos y estar muy atentos.
El domingo 14 de julio a las 1:45 am sonaron los despertadores. La misión estaba, las mochilas y los equipos estaban listos y el hambre por concretar este proyecto se traducía en determinación. Salimos a eso de las 2:30 am, cuando el canalón se encuentra en su momento más pacífico. Al cabo de 3 horas y ya un poco más aclimatados llegamos al sector donde habíamos dejado nuestro vivac con carpa, equipamiento y comida en nuestro pegue anterior a la Little Trango (5.020 msnm). Nos detuvimos y re-ordenamos las mochilas para llevar 3 en vez de 4. La estrategia era ir en una cordada de 4, por lo que estábamos juntos a muerte: llegábamos todos o todos quedamos en el camino.
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“Todo este viaje nace con un sueño en particular: conquistar La Torre del Trango”
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Fotos por Diego Señoret.
Como a las 7 de la mañana salimos hacia el col donde empieza la Ruta Eslovena. Podríamos haber escogido la ruta Eternal Flame, pero los primeros 10 largos originales recorren un terreno bastante suelto y de mala calidad -muy podridos y peligrosos, por lo que priorizamos la seguridad-. El comienzo de esta ruta nos dejó claro que no es una vía fluida ni de fisuras perfectas y debíamos estar alerta y pasar rápido. El primero en partir fue Nicolás, luego siguió Sebastián en unos largos mixtos que le dieron harto trabajo para llegar a la parte alta de este primer día. De los últimos largos se encargó Diego, encontrando trayectos más secos y tumbados con fisuras de calidad. El último largo que le tocó fue del terror: dos run outs con caídas de más de 20 metros.
Entrada la tarde, a eso de las 5.30 pm, llegamos a la Sun Terrace (5.548 msnm) muy agotados por el esfuerzo de una jornada larguísima para encontrarnos de frente con la Trango Tower y los 24 largos que aún nos restaban para conquistar esta pared dorada de granito milenario. Al día siguiente nos dedicamos a hidratarnos y alimentarnos bien, en gran parte por el cansancio del día anterior. Después, decidimos ir a fijar los primeros 3 largos de la ruta Eternal Flame para ahorrar tiempo al día siguiente donde pretendíamos dar un push directo a la cumbre.
Con esto, la estrategia era salir temprano y empezar el ataque a la cumbre. A las 3 am nos empezamos a montar por las cuerdas fijas hasta llegar a la reunión del largo 3 y el primero de nosotros en escalar fue Sebastián: primero un 11.a y luego un 10.c, acompañado de una muy baja temperatura. Sacarse las botas para ponerse zapatillas de escalada y quitarse los guantes para meter las manos en las fisuras no era para cualquier humano, era extremo. A Sebastián le tomó bastante tiempo y energía, pero nos demostró a todos el guerrero que lleva dentro para surtir las dificultades. Los que estábamos abajo estábamos totalmente abrigados y aún así nos encontrábamos tiritando.
Los dos siguientes largos los hizo Nicolás enfrentándose a un 11.a y un 11.d: el frío seguía incesante y extremo, y recién cuando Nico terminó su primer largo nos empezó a llegar el sol. El largo de 11.d que le tocó a Nico era extremadamente técnico y prácticamente de escalada artificial con fisuras bastante abiertas y difícil de proteger. Después de esto siguió Diego con un largo 11.a con lajones bastante descompuesto, seguido por una trepa de 5.4. Luego de esto vino un momento algo crítico en la cordada dado que no estaba 100% claro por donde seguía la línea y nos habíamos demorado más de lo esperado ese día producto de las condiciones y la dificultad. Fue Diego quien tomó la decisión de seguir por donde su instinto lo guió. Después de conectar estos largos siguió Sebastián por una fisura perfecta de manos y luego conectando una chimenea de hielo que nos condujo a una gran terraza donde ya la tarde se dejó caer y habría que tomar decisiones sobre qué hacer: seguir escalando toda la noche o tomar un descanso sin carpa ni sacos de dormir en una terraza de nieve.
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“Sacarse las botas para ponerse zapatillas de escalada y quitarse los guantes para meter las manos en las fisuras no era para cualquier humano, era extremo”
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Fotos por Diego Señoret.
Cuando nos juntamos en la terraza, Nicolás se ofreció para fijar los dos siguientes largos que estaban por encima nuestro. Habíamos agotado bastante energía ese día por lo que decidimos descansar y salir con el amanecer del día siguiente para llegar a la preciada cumbre, pero lo que no sabíamos era que estábamos por vivir una de las noches más frías de nuestras vidas. Cuando nos dispusimos a descansar con todo el equipo en ese lugar vivimos un momento épico: un atardecer de los sueños; por un lado se escondía el sol y por el otro salía la luna llena. Frente a nosotros las montañas más altas de Pakistán y algunas de las más altas del mundo. Por otro lado, el frío paralizante se empezaba a sentir y estar sentados en esa terraza nos duró sólo minutos.
Al paso de unas horas decidimos hacer una cueva en la nieve para ver nos podría proteger un poco más del frío. Una vez lista entramos todos y nos abrazamos, haciendo todo lo posible por amilanar el frío. Como a las 4:30 am comenzó a aclarar con las temperaturas más bajas registradas. Fue un duro amanecer. Para nuestra mala fortuna la terraza donde estábamos ubicados no recibía sol hasta como las 6:30 am por lo que, cuando por fin nos llegó luz, nos tuvimos que quedar un hora recibiendo el calor que habíamos perdido. Las energías estaban bajas, pero no la esperanza, ahora había que tomar nuestras fuerzas y seguir el camino hacia nuestro sueño máximo: la cumbre. Como a las 8 de la mañana Diego se montó por las cuerdas fijas para liderar los próximos dos largos. Luego fue el turno de Sebastián y finalmente de Nicolás. Cuando terminamos con esa parte nos dimos cuenta que nos quedaban solo largos mixtos de menor dificultad.
Fotos por Diego Señoret.
Finalmente, como a las 4.30 pm del día miércoles 17 de julio, Sebastián llegó a la cumbre donde aseguró a Nicolás y a Diego. Reventamos en emoción cuando llegamos a cima: lágrimas y felicidad para la cordada que lo había dado todo. Más atrás venía Diego Sáez que nunca antes se había embarcado en un aventura así de extrema y quien sin duda imprescindible para la cordada. Nos juntamos en la cúspide y la felicidad era máxima, una vista espectacular de todos las montañas del Karakorum alrededor, una energía que deslizaba emociones y sentimientos únicos después de un esfuerzo tremendo: nuestro sueño estaba cumplido y nuestras risas se dejaron caer a 6.286 msnm.
Después de estar como una hora en la cumbre comenzó nuestro descenso por la pared hasta la Sun Terrace a la cual llegamos después de unas 5 horas de rapel nocturno. Al día siguiente, deshechos por el esfuerzo y la deshidratación comenzamos la bajada de los últimos 10 rapeles. Finalmente llegamos al canalón de la muerte. Una vez más, este tramo no se iba a mostrar pacífico y nos dejó ver 2 avalanchas gigantescas de piedras justo antes de meternos en él, dejándonos claro que lo más arriesgado del pegue aun nos esperaba. Alcanzamos nuestro vivac, nos hidratamos y nos encomendamos a nuestros seres queridos para que nos protegieran en este último tramo sin avalanchas. Una hora bajando lo más rápido posible con los dedos cruzados para finalmente llegar al campo base sanos y salvos.
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“Nada había sido fácil. Lo habíamos logrado”
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Fotos por Diego Señoret.
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